martes, 12 de mayo de 2009

Me acuerdo



Soy un nostálgico, qué se le va a hacer. Y es una pena, porque este pequeño defecto creo que me ha reportado más disgustos que alegrías en mi vida. Las pocas alegrías me las proporciona ver películas como Amarcord de Federico Fellini, porque sólo entonces comprendo que la nostalgia es un sentimiento humano y que somos muchos quienes lo padecemos en silencio.

Amarcord me fascinó desde el primer momento que la vi, porque sin llegar a contar ninguna historia, sin llegar a tener ningún protagonista definido durante todo el metraje, es una sucesión de escenas e imágenes casi oníricas que te hacen sentir como si estuvieras repasando todos aquellos buenos momentos del pasado, y otros no tan buenos, que tu memoria se ha encargado de engrandecer lo suficiente como para echarlos de menos y convencerte de que cualquier tiempo pasado fue mejor.

Amarcord es pura nostalgia, a veces triste y la mayoría de la veces alegre, muy alegre. Y lo grande de la película es cómo los recuerdos de una persona totalmente ajena a ti, a la que ni siquiera conoces, pueden provocarte tal fascinación y dejarte con la boca abierta, deseando haber sido tú el que hubieras vivido en ese pueblo loco rodeado de un padre anarquista que sólo parece echar de menos a su mujer el día de su muerte, de una estanquera tetona, de un violinista ciego, de un trovador pedante, de una puta más salida que tus propios amigos, de una Greta Garbo local que sueña con la llegada de un Gary Cooper con el que poder casarse…

Podría pasarme minutos hablando de la belleza de muchas de las escenas que aparecen en el film y no sabría con cuál quedarme. Pero he elegido la del barco. La llegada del Rex.

Todo el pueblo, desde primeras horas del amanecer, se lanza a alta mar en sus barcas con la esperanza de ver pasar a ese transantlántico rumbo a América que es capaz de, como en Bienvenido Mr Marshall, paralizar la vida rutinaria de un pequeño pueblo y convertir ese día en un hito que todos los habitantes recordarán el resto de sus vidas. Ese final deslumbrante con la aparición del inmenso barco tras la niebla con las notas de la música de Nino Rota engrandeciendo más la escena si cabe y mientras el ciego grita “¿Cómo es? ¿Cómo es?”....

http://www.youtube.com/watch?v=Zlq0l7kuxtQ

Por favor, echadle un vistazo a este film si todavía no lo habéis hecho. Yo aún Me Acuerdo de cuando lo hice por primera vez, y nunca lo olvidaré.

PD: Por cierto, gracias Ilsa por tu visita y por tu comentario. La verdad es que leer tu Blog me animó a retomar el mío, aunque sea muy de vez en cuando. Eso sí, lo de que esté a la altura del tuyo… eso sí que ya es otra película, que aún no he visto ;-)