Tras Irlanda, Italia.
Tras ver de nuevo Vacaciones en Roma, me he vuelto a dar
cuenta de un par de cosas. Una de ellas, que he visto demasiado poco cine de
William Wyler y he sentido la necesidad de conocer más a fondo su obra. Hace
poco vi La Calumnia¸ y dije
exactamente lo mismo. Por tanto, ya tengo deberes. Por lo menos espero que
caigan a corto plazo Los mejores años de
nuestra vida y El coleccionista,
las que según los críticos constituyen sus dos obras maestras.
Lo segundo que me he dado cuenta
es que parece mentira que esta película constituyese el primer papel importante
de Audrey Hepburn en Hollywood y que haga
una actuación tan memorable. Por supuesto, le valió el Oscar. Y es por eso, por
lo que quiero poner hoy la última escena que aparece en la película. En concreto,
quiero detenerme en todo lo que empieza a partir del minuto 1:05 del siguiente
enlace:
Cuando la mirada de Audrey
Hepburn barre la sala y se encuentra con la de Gregory Peck sucede uno de esos
extraños milagros que solo pueden verse en el cine. Ningún otra arte es capaz
de poder transmitirnos unos sentimientos tan profundos con sólo una mirada.
Creo que ese primer plano de Audrey
vale por sí solo un Oscar. En esa mirada se mezcla la alegría y la tristeza de
una forma tan abrumadora que se me hace imposible describir en palabras algo
que tal vez no tenga nombre. Tan solo invito a volverla a ver una y otra vez.
Y el contrapunto es Gregory Peck.
En el contraplano justo cuando ella abandona el salón, tragando saliva. Justo
haciendo lo que el espectador hace. Intentar quitarse ese nudo en la garganta. Maravilloso
Gregory Peck.
Maravilloso su amigo, el
fotógrafo, uno de los mejores personajes secundarios que recuerdo en un film.
Su mirada antes de irse, entendiendo que lo mejor que puede hacer en ese
momento es apartarse.
Y maravilloso ese último travelling
hacia atrás siguiendo el lento paseo de Gregory Peck, recorriendo el largo
pasillo y desapareciendo del cuadro de cámara justo después de detenerse por
última vez. Mirando. Hablando de nuevo con la mirada.
Todo lo descrito ocurre sólo con palabras que salen a través de los ojos.
A veces, no necesitamos más.
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