He empezado a categorizar cierto tipo de films como películas vacacionales. Considero que
son películas que te transportan durante un par de horas a un lugar de ensueño,
que sabes que no existe, pero que no sabes muy bien por qué, te reconforta
cuando las ves y durante dos horas parece que te olvidas de todo y descansas en
ese lugar como si de unas vacaciones (cortas eso sí) se tratase. Dentro de este
género que acabo de inventarme, incluiría películas como Amarcord, Las
vacaciones del Sr. Hulot y el Hombre Tranquilo, que es la película de la que
quiero hablar hoy.
En el Hombre Tranquilo, segunda película de John Ford de la
que hablo en este blog, viajamos a Innisfree, un ficticio pueblo de la Irlanda profunda.
Ese pueblo, como diría Garci, es capaz de salvarte la vida en cualquier
momento. Durante las más de dos horas que dura la película, contemplo los paisajes
más bonitos que he visto en Technicolor (imprescindible ver esta película en
Bluray), los personajes más raros e irreales que pudiera imaginar, y las situaciones más estrambóticas y
a menudo incoherentes desde mi perspectiva de espectador actual.La película está llena de imágenes y escenas geniales, alguna de ellas incluso usadas por Spielberg en ET, pero quiero utilizar esta escena que abre la película por varios motivos que a continuación del enlace, expongo:
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Primero, porque cuando la he vuelto a ver he
sentido más que nunca esa sensación con la que abría el post: la de en un
instante, transportarme a un lugar mágico, irreal; bajarme con John Wayne de
ese tren y sentirme alegremente extraño en un lugar nuevo, desconocido, sabiendo
que puedo empezar de cero borrando por un instante mi pasado, lo bueno y lo
malo. En definitiva, jugar a ser una nueva persona.
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Segundo, desde
el punto de vista formal, no hay mejor forma de presentar a un personaje y el
tono de una película. Si no conoces la película, te invito a que intentes
adivinar cuál es el género en el que se va a mover la película (¿comedia o
drama?) y cómo crees que es el personaje de John Wayne tras verlo. Sí, seguro
que aciertas. Observa en todo momento la actuación de Wayne, por favor.
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Tercero. Estoy seguro que esta escena se pone en
las escuelas de cine cuando se habla de la planificación del ritmo en el cine
clásico. Fijaos por ejemplo en cómo maneja el tiempo John Ford, desde ese plano
en que vemos a los maquinistas extrañados ante la llegada del extranjero y se
apean (aproximadamente en el segundo 56), hasta el momento en que llegan a él
después de travesar casi todo el tren y la previa mirada de Wayne avecinando
que llegan aún cuando el espectador todavía no puede verlos en plano (1:29).
Parece una tontería, pero esa planificación requiere de trabajo y sobre todo
hace que sientas que la película esté viva.
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Cuarto. El fotograma del minuto 2:57. No
entiendo de pintura, pero ese carro con ese caballo tras el marco de esa
ventana de la estación me parece espectacularmente bello.
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Y por supuesto, el toque de Ford: la llegada
poco a poco durante toda la escena de múltiples personajes en torno al
protagonista de la historia y cómo gira la escena en torno a él. Mención
especial a la llegada al final del personaje de Barry Fitzgerald, apareciendo
en el plano, y cogiendo las maletas de Wayne para iniciar este viaje maravilloso
a una tierra mágica.
Y así podría seguir…No sé, creo que si fuera irlandés, ésta
sería sin duda mi película favorita. Es un canto de amor a un país, a unas costumbres
(desfasadas por supuesto si las miramos desde la perspectiva actual, pero la
película es de mediados del siglo pasado) y sobre todo a una gente, a un modo
de entender la vida.
Sé que lo que se cuenta en este film, no suele interesar al
espectador actual, porque sus temas son demasiado alejados a la realidad que
nos toca. Pero no sé por qué esta película me ha dado una paz especial,
como la primera vez que la vi, y a la vez una ligera tristeza al terminar de
verla.
¿Depresión postvacacional, tal vez? Sí, quizá sea eso. Buenas noches.
¿Depresión postvacacional, tal vez? Sí, quizá sea eso. Buenas noches.
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